Bayer pagará 128 dolares por cada título de Monsanto lo que supone una prima de un 44% sobre el precio de la acción del día de cierre anterior al que se presentó la primera oferta, el pasado 9 de mayo. La operación dará lugar a un nuevo líder mundial del sector agroquímico que facturará 23.100 millones de euros por delante de otros tres gigantes del sector que concentrarán el 85% del negocio del sector.
Estamos hablando del gigante resultante de la unión de China National Chemical y la suiza Sygenta, con 14.800 millones de cifra de negocio, del conglomerado resultante de la integración en Diciembre de 2015 de las divisiones agrícolas de las estadounidenses Dow Chemical y Dupont , con 14.600 millones y por último la germana BASF que factura 5.800 millones en este sector.
Ahora bien, no es oro todo lo que reluce. Aunque los defensores de la fusión estiman sinergias de 1.300 millones anuales, la digestión de Monsanto por parte Bayer puede complicarse por varias razones:
1 ) Bayer tiene que asumir de entrada 9.300 milllones de deuda neta de la estadounidense
2 ) en el caso en el que los reguladores de la competencia echarán atrás esta OPA Bayer tendría que pagar 1.700 millones de euros a Monsanto por clausula de desestimiento
3 ) la impoluta imagen de marca dentro del sector farmacéutico de la germana se tiene que ver afectada por la pésima imagen de Monsanto que es considerada por los ecologistas como el diablo del sector, líder indiscutible en el desarrollo de semillas modificadas genéticamente y comercializadora del glisofato, un extendido herbicida que supuestamente produce cáncer. La cuestión no es baladí pues tras esta fusión Bayer se dedicará en un 50% al negocio de la salud y un 50% al negocio agroquímico.
4) el choque cultural de ambas multinacionales puede desbaratar las mejores previsiones de beneficios. Basta recordar el sonado fracaso de la fusión entre Daimler-Benz y Chrysler.
5) mientras el uso de semillas modificadas genéticamente es una práctica generalizada en EE.UU., la UE sigue cediendo a las presiones de los lobbies anti-transgénicos y prohibiendo su cultivo en numerosos países europeos.
Como vemos muchas son los riesgos que se ciernen sobre esta fusión. Y mientras tanto los pequeños productores de algodón, trigo, maíz y soja ven como los grandes grupos multinacionales aumentan su poder para decidir qué se cultiva en cada momento y qué productos químicos han de ser empleados en el cultivo de los mismos.
Los defensores de esta fusión señalan que abogan el desarrollo de una agricultura sostenible que permita satisfacer las necesidades alimenticias de una población mundial en continuo crecimiento.
Es un sector que mueve muchísimo dinero y en el que el poder de negociación de los precios estará cada vez más en manos de estos grandes grupos agroquímicos. En todo caso seguiremos de cerca el fracaso o éxito de esta fusión y el impácto que este acelerado proceso de concentración en el sector agroquímico puede provocar tanto en el tipo de semillas que se siembren, cómo en los productos químicos que se utilicen, cómo en los precios finales que reciban y tengan que pagar los productores agrícolas.
Publicado el 18 de Septiembre de 2016